El síndrome Lisa Simpson

Reflexiones literarias V

Hace unos días, pasaron por Fox el -en mi opinión- mejor capítulo de Los Simpson de los últimos meses: The book job (o, para el mercado latino, El equipo).  Hay mucha tela para cortar en el argumento, cuya estructura está inspirada en el film Ocean´s Eleven. Pero lo que definitivamente me conquistó del episodio es la empatía que sentí por Lisa. Creo que todos los que de una manera u otra nos dedicamos (o nos hemos dedicado en algún momento) a escribir nos sentimos reflejados en ella.

Claro, el argumento nace de un guionista que sabe que, para producir un texto, hay que dejar atrás a esa Lisa que todos llevamos dentro. Nunca le creeré a quien escriba y niegue haber pasado por esta etapa. Se puede superar, sí, con mucha disciplina. Pero creo que siempre se parte desde ese lugar. De hecho, buscando las imágenes que ilustran este post encontré varios blogs que se ocuparon del tema. El eterno tema de la tendencia a la procastinación por parte del artista.

En el caso de los que se dedican a contar historias, creo que ese tema se manifiesta en su máxima expresión. Traje a colación este capítulo de Los Simpson porque se vincula con un concepto que esbocé en el post anterior, El arte es un viaje eterno: los artistas deben poder tener una mirada crítica acerca de una historia antes de poder contarla. Es mi creencia, por supuesto, pero me rijo de acuerdo a ella no por mera simpatía hacia esa idea sino por una convicción nacida a fuerza de prueba y fracaso.

Es por eso que creo que muchas veces las mil y dos vueltas que un escritor da antes de lograr escribir -el síndrome Lisa Simpson- se deben a que todavía lleva la historia que desea contar estancada dentro de su ser. En esos casos, cada palabra que se escribe conlleva un gran esfuerzo y un enorme dolor: es como si la tinta (real o virtual) fuera la sangre del escritor que se escurre entre sus dedos. Simplemente, la historia no puede fluir, y la escritura es fluidez; hilando fino, toda obra de arte nace de un instante de fluidez entre mente, cuerpo y alma. El trabajo del artista es lograr que esos instantes formen un continuo con cierta periodicidad, y eso sólo se logra a través del hábito. Esa es la parte prosaica que la concepción romántica del artista jamás aceptará… pero todo aquel que se dedica a crear algo sabe que existe.

Cuando se trata de escribir textos que no tienen que ver con la ficción, es obvio que el hecho de posponer la tarea también existe. Lo saben bien los periodistas y los que hemos trabajado en diferentes áreas de comunicación interna y/o externa. Creo que la razón principal de la demora en ese caso está profundamente relacionada con un rasgo que Lisa ilustra como ningún otro personaje de los Simpson: la tendencia al perfeccionismo. El complemento ideal de esa tendencia es la neurosis de la adopción de rituales. Todo escritor o artista que se precie de tal tiene alguna. El episodio de los Simpson ilustra algunas que no por ser clichés dejan de tener su cuota de veracidad.

Hay quienes no pueden escribir si no es en determinado tipo de papel. Están los que sólo pueden escribir fuera de sus casas. Los que al lado de la computadora deben tener una botella de whisky (o varias). Por supuesto, el ambiente deberá estar ordenado y, si vemos algo fuera de su lugar, nos levantaremos a limpiarlo u ordenarlo. Como corresponde.

Hasta que llega el día de la epifanía y nos damos cuenta de que, para escribir, hay una única fórmula que ha demostrado su eficacia desde que el mundo es tal: sentarse y escribir. Las manías seguirán existiendo (las personas que escribimos somos criaturas de temer), pero poco a poco el hábito conquistará el territorio de la página en blanco. Existe un libro -a esta altura clásico- de Julia Cameron, El camino del artista, que promueve el hábito de sentarse a escribir tres páginas de texto por día. Texto que no deberá ser leído por nadie (por razones varias bien detalladas en el libro), pero cuya producción deberá ser respetada con rigor.

Ese libro me fue recomendado en mis clases de guión, y a mi vez yo también se lo recomiendo a quienes no lo hayan leído y quieran producir una obra relacionada con cualquier rama del arte. Dispongo de una versión digital que con gusto le puedo enviar a quien la desee. Igualmente, aconsejo comprar el libro que ahora viene en una edición muy primorosa. Yo misma (en mis épocas pudientes, claro) se la regalé a una amiga cuyas creaciones espero ver algún día.

Un beso

13 pensamientos en “El síndrome Lisa Simpson

  1. Me gustó mucho tu artículo. Es simpático ver a Lisa en ese episodio y como no puede dejar de posponer el libro que quiere escribir. Me pasa todo el tiempo y es un obstáculo a superar a diario.
    El episodio también plantea un tema muy interesante, como es el de las series de libros que ya no son obra del autor si no de grupos de escritores contratados.
    Gracias por la recomendación del Camino del Artista, ahora que vaya a la feria del libro lo voy a buscar, espero que se consiga. Saludos.

  2. gracias por tu aporte Esteban! Y espero que puedas leer el camino del artista; si bien no descubre nada nuevo para aquellos que nos dedicamos (de una manera u otra) a la creación artística, es una lectura estimulante y los ejercicios que propone son útiles para estimular la disciplina de la creación

  3. Holaa,
    Me ha gustado tu post, Yo también suelo tener este síndrome del que hablas!!. Ánimo en tu viaje, y espero que nos sigas contando.
    Por otro lado, buscaré el libro del que hablas porque me dejó intrigada. Un bs

    • gracias Carol! todos los que escribimos pasamos por eso alguna vez! gracias por los ánimos, como digo siempre que me los dan, son necesarios y se agradecen mucho 🙂

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