45. Tres docenas

brokeneggdilemma.wordpress.com

Jueves 27, paseo con mi carrito por los pasillos del Disco de Punta Carretas.

Hace exactamente un año estaba haciendo lo mismo sólo que en Cynthia, en Solanas. No era tampoco una época de abundancia, pero igual pude comprar varias cosas: las queridas empanadas Seara con dulce de leche Lapataia, alguna que otra botella para brindar (conmigo misma porque también iba a estar sola), víveres varios, la infaltable Colet, la clásica baguette de Cynthia y todos los elementos para hacerme la torta, que me salió aplastada como panqueque (pocas cosas más tristes que una torta de cumpleaños fallida).

Hace un año, sabía que iba a comenzar el día de mi cumpleaños en una casa provista de un bar que me permitía resolver casi cualquier trago que se me ocurriera tomar. Hoy, sólo trato de elegir una botella barata pero más o menos digna frente a la góndola de los espumantes. Porque, después de muchos días de austeridad y abstinencia, es obvio que voy a comenzar mi día brindando.

Y, mañana, voy a volver al shopping sólo para pasar por Carrera (una confitería tradicional de Montevideo) y comprarme una porción de algo que cumpla el rol de “torta de cumpleaños”. Podrán decir que todo ahí es cada vez más artificial, pero no me importa. Una vez que probás los arrolladitos rellenos de mousse de chocolate de Carrera no hay vuelta atrás. Lo que yo sentí al tener esa experiencia no puede ser descrito con palabras. Y eso que, aunque hoy en día no lo parezca, lo mío no son los dulces.

……

Tres docenas.

No estaría mal que fueran de rosas y si tuviera dinero de sobra  me las auto-regalaría “porque yo lo valgo” como dice Paz Vega con una voz muy azucarada (por no decir bobalicona) en los avisos de L’Oréal que al menos acá pasan a cada rato.

Tampoco estaría mal que fueran tres docenas de huevos. De hecho, si tuviera dinero –y juro que esto sí lo hubiera hecho- me las hubiera comprado. Y hubiera roto cada huevo en alguna cacerola  al mejor estilo acto psicomágico de Jodorowsky. Un huevo por cada momento difícil que pasé acá, como para que ese dolor padecido en su momento también quedara reducido a añicos en el subconsciente.

Y, después, podría haber hecho flancitos con todos esos huevos rotos, como para crear una obra dulce a partir de una materia que en su origen para mí fue amarga. Y salir a regalarlos por la calle, para terminar de definirlo como un verdadero acto de psicomagia.

En fin, creo que hubiera sido divertido. Pero, en todo caso, así como no puedo comprar tres docenas de rosas, tampoco puedo comprar tres docenas de huevos. Y menos que menos todos los ingredientes que necesitaría para hacer flanes con ellos.

……..

Ayer, dos personas muy diferentes entre sí me hicieron uno de los mejores regalos anticipados que me podían haber hecho: ninguna de las dos me creía que estoy por cumplir 36 años y ambas me dieron unos cuantos años menos. Me encanta cuando me dicen eso, pero no por un tema de coquetería sino porque muchas veces pienso que las experiencias que atravesé deberían haber generado el efecto contrario. Me maravilla sentir que, a pesar de todo, eso no ocurrió (al menos para algunas personas).

Una pequeña satisfacción, frente a una gran decepción. Hasta ahora, siempre que pasé mi cumpleaños en Uruguay fue por elección. Este año, la situación es completamente diferente porque siento que estoy varada en Montevideo, no tengo otras alternativas por falta de recursos y la idea de quedarme acá sola y sin dinero para hacer nada me deprime bastante de antemano. Como todo parecía indicar que este fin de semana me iba a reencontrar con mi tarjeta de crédito, ya había decidido irme el sábado a Punta del Este a pasar el día. No con planes de lujo, como es obvio, simplemente para caminar por la playa y sacar fotos. Que, entre las pocas alternativas que tengo, me parecía el mejor programa para pasar un día que sé que no va a ser fácil de atravesar.

Pero la persona que tiene esa famosa tarjeta en su poder me avisó hace unas horas que no va a poder venir por motivos de fuerza mayor y mis precarios planes fueron bajados de un hondazo por los imponderables de la vida. Sin tarjeta, no puedo solventar el gasto del viaje. A esta altura, siento que puedo escribir el guión de una telenovela con la historia de los desencuentros entre mi tarjeta y yo.

Mis excompañeras de trabajo me habían ofrecido ir a comer una pizza el sábado a la noche pero yo sé muy bien cómo viene la mano en ese trabajo, sé que todas ya se deben haber pedido vales (adelantos) en las dos fechas disponibles para hacerlo y que llegan a fin de mes con el presupuesto herido. No estamos para salidas, ni ellas ni yo.

De manera que, a horas de mi cumpleaños, esa fecha sigue siendo una hoja en blanco. Lo único que sé es que voy a empezar el día brindando en mi pequeño reino de no más de 10 metros cuadrados. Y comiéndome mi postre de Carrera.

Luego, se verá.

Hay sólo otra cosa segura que es que, esté donde esté, voy a tratar de no pasar el día encerrada y por lo tanto lo más probable es que me desconecte del mundo, no tanto por decisión propia sino por restricciones tecnológicas. No formo parte de la casta del iphone, el ipad y todas esas chucherías, y ese día no tengo muchas ganas de lidiar con lo que queda de mi computadora (a la que, por lo demás, ahora es imposible pensar en trasladar de un lado a otro). Sólo cuento con mi modesto celular que no me permite hacer demasiado.

…….

Tres docenas, el paño se me está por acabar. A ver si, en este nuevo año a punto de comenzar, esa martingala sui generis que guía mis apuestas me permite ganar unas fichas antes de que la ruleta deje de girar.

4 pensamientos en “45. Tres docenas

  1. Ari, te quiero mucho! voy a estar pensando en vos, aprovechá el día para disfrutar. Ya llegará en algún momento mi presente!
    besos

  2. Ariana, solo puedo decirte y aunque suene ya la frase mas gastada y automática que pueda existir, es lo que realmente me gustaría que tuvieras, un Feliz Cumpleaños, si, con Mayúsculas porque si, porque es una fecha importante y como bien decís, a ver que sale en esta nueva apuesta. Y además porque (no te conozco pero intuyo que) tu lo vales 🙂

    Besos.

    Javier.-

  3. Gracias Jochi! yo también te quiero mucho… ustedes siempre están presentes!
    Javier te agradezco de corazón, me hicieron muy bien tus palabras!
    Ya estoy lagrimeando, en la cuenta regresiva de un día muy sensible, pero que trataré de pasar de la mejor manera posible

    • Esas lágrimas, al igual que la lluvia que está cayendo esta noche en Montevideo, solo son el preámbulo de un precioso día de sol, en todo sentido. Ánimo y salú con esa copa bien arriba cuando sea el momento… yo te acompaño desde acá con una copita de un vinito chileno que está bastante bien.

      Buenas noches y buena vida!

Deja un comentario